Historia del yacimiento

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El Cabezo de Alcalá comienza a habitarse en el siglo VI antes de Cristo por gentes que pertenecían a lo que se ha llamado cultura Hallstatica o de Campos de Urnas, que se caracterizaban por incinerar a sus difuntos, depositando sus cenizas en una urna cerámica bajo un túmulo de piedras.
Precisamente estos túmulos, agrupados en las necrópolis, es lo único que se puede ver hoy en día de este primer momento del yacimiento.
Tras su aparición, la ciudad fue evolucionando y creciendo; la Cultura de Campos de Urnas dio paso rápidamente a la Cultura Ibérica en el siglo V antes de Cristo, debido a la llegada de influencias procedentes del Mediterráneo. Las calles y el urbanismo pronto tomaron el trazado y la forma que se pueden reconocer en la actualidad, y el Cabezo de Alcalá se convirtió sin duda en una importante ciudad de esta zona del valle del Ebro.
La ciudad fue creciendo, se extendió a partir del cabezo, defendido por murallas y foso, y se construyeron nuevos barrios fuera de las murallas en zonas llanas.
Tras derrotar a los cartagineses en la segunda guerra púnica, a finales del siglo III antes de Cristo, Roma fijó su interés en la Península Ibérica, comenzando un intenso proceso de dominación y control del territorio.
Pronto se hizo patente la influencia de Roma en esta ciudad, apareciendo edificios como las termas y el templo a finales del siglo II o comienzos del I antes de Cristo. Además, algunas viviendas abandonaron el modelo tradicional de la casa ibérica, adoptando la planta y la distribución de casas romanas, con un patio a cielo abierto en el centro.
A comienzos del siglo I antes de Cristo la sublevación de un general romano, Sertorio, hizo que vientos de guerra asolasen el Valle del Ebro. La ciudad de Azaila tomó partido y fue destruida tras un asedio que acabó con un asalto encarnizado, luchando en las calles, donde aparecieron barricadas, y casa por casa.
Tras su destrucción, hacia el 74 antes de Cristo, la ciudad nunca volvió a habitarse y fue poco a poco desapareciendo bajo la tierra hasta que los trabajos arqueológicos han permitido rescatar sus restos, vestigios de lo que fue sin duda una gran ciudad.