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La ciudad se extiende más allá de las murallas, por los campos que las rodean. Al contrario que la acrópolis, casi excavada en su totalidad, esta zona baja de la ciudad apenas ha comenzado a salir a la luz.
A los pies del extremo norte de la acrópolis se encuentra un barrio comercial, completamente excavado, en cuyas casas se conservan numerosas balsetas de yeso.
En sus proximidades aparecen unos baños públicos o termas, que están entre las más antiguas de la Península Ibérica. Estas termas, a pesar de su reducido tamaño, poseen los espacios y servicios habituales en estos establecimientos, como un vestíbulo para dejar la ropa y salas para baños fríos, tibios y calientes. Cerca de las termas se pueden reconocer muros de viviendas y enlosados de piedra correspondientes a calles, por lo que el urbanismo de esta zona baja estaba tan desarrollado como el de la acrópolis.